Presentación
“Después de esta vida no hay otra”, frase popular pronunciada para disculpar actitudes, a veces licenciosas, pero que, a mi entender, no tiene la menor justificación.
La prueba de lo que afirmo es la enorme cantidad de hechos paranormales que dan vida a mitos y leyendas.
Espíritus que de una u otra forma tratan de manifestarse, sobretodo a quienes creen en ellos, han dado origen a, por ejemplo, la mitología chilota o a las historias de desaparecidos en las que fueron oficinas salitreras, hoy abandonadas. También en la zona central hay cuentos y leyendas narradas oralmente entre sorbo y sorbo de un sabroso mate, cuando el frío reúne a la familia junto a un bracero.
Una pequeña parte de esto que forma parte de nuestro folklore, quise dejar guardado en estas “conversaciones”. Contarlas todas sería imposible. Están escondidas en cada pueblito, en cada recodo de los caminos de nuestros campos, en caletas, islas y cordilleras.
Creo, sin temor a equivocarme, que cada uno de nosotros ha tenido alguna experiencia extrasensorial y si no la ha tenido, prepárense, la tendrán más temprano que tarde, quizás esta misma noche. Porque parece que después de esta vida… sí hay otra.
Juanito recorre algunas callecitas del viejo cementerio, recoge una rama seca y la tira al basurero. Falta poco para abrir el gran portón y se sienta en una tumba a hacer hora. Siente un murmullo y pone oído: “¡Ya están cotorreando las sepulturas de la calle 100!”, comenta entre dientes. “Me voy a acercar para oír lo que dicen.”:
103: ¿Qué pasa 101?
101: ¡Que hoy es 1 de Agosto!
103: De veras, no me acordaba. Van a empezar a llegar los
101: Seguro, ya van a abrir el portón.
105: ¿Qué les pasa a las cotorras?
103: ¡Que llegó Agosto!
105: ¡Chitas!, pero creo que no tendré pega muy luego,
porque la semana pasada vinieron a dejar a la más vieja de la familia, la directora del liceo. ¿No se acuerdan las niñitas que trajeron una florcita cada una y las fueron tirando sobre el ataúd? Después una profe dijo un discurso y se fueron tan ordenaditas como llegaron. ¡Fue tan emocionante!
103: ¡Ay! ¿Qué le pasa a este viejo?, parece que está zapateando
101: Aquí las chiquillas también.
101: No pues, aquí se celebra Noviembre.
105: Oigan, Juanito dice que está temblando.
103: Menudo trabajo van a tener los deudos si vienen a abrir la
para mí que no quedó hueso en su lugar.
101: Oiga vecina, usted lo toma todo para la chacota
103: ¡Pero si aquí todo es tan latoso!
101: ¿Y no se acuerda de algunos de esos chistecitos que dicen
105: Oigan, el alcalde dijo que los chistes estaban prohibidos
103: ¡Ay! Sólo porque tiene el fiambre de la directora se cree con
101: Pero a decir verdad, es todo tan fome… ¿Se acuerdan que
105: Sí, tienes razón. Yo me quedé helada porque pensé que
103: Yo tengo una visita favorita. Es la mamá de los lolos de las
101: ¿Cuál es esa historia? ¡Cuenta!
103: El 4 de Enero, dos hermanos salieron a andar en moto. La
101: ¿Y qué le pasó al viejo?
103: Le gustaba salir a correr en esos autos que parecen
105: ¡Ay que picarona es usted, 103!
103: Bueno, creo que no pasará nada todavía, porque los viejos
101: Hasta mañana vecina
107: ¡Paz hermanos!
101: Y a esta ¿qué le pasa?
107: La vida es hermosa ¿Qué no lo ven?
103: ¿De qué vida me hablas? Aquí los que llegan a quedarse
107: Ayer vino una parejita de pololos y se sentaron en mi falda,
105: Ja, ja,ja, ji, ji, ji.
101: Y a ti ¿qué bicho te picó?
105: No, si no me picó. Es que ayer se instaló a vivir una pareja
Todos: ¡Adiós!, ¡que descansen en paz!
El Ugenio
En una parada de bus rural, vemos bajar a una joven que viene de la capital.
Huaso: Buenas tardes Charito
Charito: Buenas
Charito: Es que no estoy acostumbrada a hablar con desconocidos
Huaso: Pero yo no soy un extraño. Jugábamos juntos cuando
Charito: ¡Ya!, no, fíjese, no me acuerdo.
Charito: No, porque el cerro tapa el sol muy temprano y se oscurece. Además acá es más entretenido.
Huaso: ¿Más entretenido que caminar con este huaso bien plantao?
Charito: Ahora que lo dice, está bien elegante con ese traje negro, las
Huaso: ¿Escucha cómo suenan mis espuelas cuando camino?
Charito: Así será, pero igual me voy por éste camino. Oiga ¿Y cómo
Huaso: Ya le dije, jugábamos juntos cuando chicos. A mí me
Charito: Bueno, adiós, no quiero llegar tarde donde mi abuelita.
Huaso: Gueno que es porfiá, va a llegar de noche donde doña
Charito: Gracias, se los daré. ¿De parte de quién?
Huaso: De Ugenio, el hijo de don Pancho, el del almacén. ¡Adiós!
Charito camina un rato y se encuentra con una señora que lleva una niñita de la mano.
Doña María: Re’ helao’. En este tiempo todavía viene el agua muy helá.
Charito: Me encanta venirme por este camino, aunque es más largo,
Doña María: Así es puh’ Voy a buscar a Raulito. Siempre se me escapa.
Charito: Adiós doña María. De ahí nos vemos. (Para sí) Ya me queda
Doña Carmelita: ¡Al fin llegaste! Estaba preocupada. ¡Que Dios te
Charito: ¡Hola abuelita! ¿Cómo has estado?
Doña Carmelita: Bien m’ijita
Charito: ¿Qué fue ese ruido tan fuerte?
Doña Carmelita: Por eso estaba preocupada. Es el cerro que se
Charito: No me acordaba que pasara eso.
Doña Carmelita: Es que hacía tiempo que no hacía esa gracia el
Charito: ¿Es tan peligroso?
Doña Carmelita: Claro, fíjate que hace mucho tiempo, tú estabas muy
Charito: ¿Y qué le pasó?
Doña Carmelita: Le cayó en la cabeza y se la partió como una sandía
Charito: ¡Ay, abuelita, qué terrible! ¿Y tienen más hijos? ¿Ta’
Doña Carmelita: Sí, puh, era el único hijo. No pudieron tener más.
Charito: ¡Qué susto, abuelita!
Doña Carmelita: ¡Estás tiritando, m’ijita! Entre luego a tomarse su
Charito: ¡Ay, abuelita! Qué rico es estar aquí dentro con usted
En una isla chilota
Maruja: ¿Dónde estará Rosa María?
Pelluco: A esta hora debe estar orillando la mar
Maruja: ¿En qué estaríamos pensando cuando la trajimos a este mundo que
Pelluco: ¿Qué no se acuerda Maruja? Parece que estoy viendo a mi suegra el
Maruja: (Riéndose) De veras Barría. “Mamá”, le decía yo, “si fue allá a la
Pelluco: Y yo vi cuando usted salió como alma que se lleva el diablo y mi
Maruja: Dimos vuelta la isla corriendo y ya era tarde, yo no hallaba qué
Pelluco: Y a la Rosa María le ha dao con ir a pararse arriba de la roca cuando
Maruja: Lo que no me gusta naíta es que empezó con ese cuento cuando se
Pelluco: Pa’ qué le voy a decir otra cosa, ¡toy bien preocupao con la historia esa!
Maruja: Por eso, Barría, yo quiero que la niña se vaya pa’ otros la’os, que vea otras personas. Aquí somos tan pocos que nos conocemos desde
Pelluco: ¡Sí, sí, pero yo creo que no se va a hallar en la capital. Además es
Maruja: Pero es la única parte que le interesa desde que vio la revista que trajeron los mochileros.
Pelluco: Cierto Maruja, cierto. Pero me da harto julepe le diré.
Maruja: No crea que yo estoy muy tranquila que digamos, pero la chiquilla es harto viva. Allá en Ancud se sacaba muy buenas notas y dijo la señorita que era bien inteligente. Ahí paré que viene.
Entra Rosa María
Maruja: Pero no se le ve buena cara.
Rosa María: Es que hoy no es martes ni viernes y esos días no más viene el
Pelluco: ¿No serán ideas suyas, niña?
Rosa María: No, papá, yo sé lo que le digo. Yo he soñado varias veces que el
Maruja: ¿Sería tan bonita como dicen que es la capital?
Rosa María: Sí, pero no, es distinto ¡No sé cómo decir!
Maruja: ¿Pero de verdá usted iría a la capital?
Rosa maría: Me gustaría preguntarle primero al Vinicio. A lo mejor viene
Pelluco: A mi también me gustaría ver ese barco. Usted hija dice que es tan lindo que me entusiasmé. Podríamos ir los dos mañana ¿qué tal, hija?
Rosa María: No sé, papá, porque como dicen algunos que es un aparecío y a ellos no les gusta que los vean las personas que no creen en ellos, y usted no cree pus.
Pelluco: ¡Hay que ver! Entonces vaya a acostarse al tiro porque estoy empezando a enojarme.
Maruja: Tómese este matecito de leche, niña, y se acuesta. Tome.
Rosa María: Gracias mamita, pero no se enojen por favor, porque en esto de las personas que vienen del otro mundo hay que tratarlas con mucho cariño,porque son muy delicados y es mejor no enojarlos.
Se va Rosa María
Pelluco: No se preocupe, Maruja, cuando la niña vaya a la caletita, yo la voy a seguir disimuladamente pa’ ver qué pasa y pa’ cuidarla por siaca.
Maruja: Sería bueno Barría, así estaré más tranquila.
Cambio de luces simulando amanecer
Maruja: Despierte Barría, la niña salió y usté se durmió. Sentí ruido en su dormitorio.
Pelluco: La que se durmió fue usté Maruja. Yo ya volví y la niña está acostá. Mañana le cuento.
Maruja: No, Barría, cuente al tiro que estoy empachá.
Pelluco: Mire Maruja, le voy a contar tal como lo vi. Cuando llegué, la Rosa estaba retando a unos jóvenes que estaban en la playa cantando y comiendo no sé qué cosa. El caso es que cuando terminaron, agarraron las sobras y las tiraron a la mar. Ahí fue cuando la Rosa se enojó y les dijo:
Apagón. Aparece la Rosa y unos jóvenes sentados en el suelo como el la playa chilota.
Rosa María: Segurito que va a venir la Pincoya, se va a poner a bailar y cuando termine va a poner el culo hacia la mar y los pescadores no van a traer ni un pescado, por causa de ustedes, cochinos.
Joven 1: ¿Qué está diciendo? ¿Quién es esa señora Pincoya?
Rosa María: ¿No la conocen? Es la que manda en la mar. Si alguien, como ustedes, tira la basura a la mar, ella aparece, se pone a bailar y manda a salir los pescados de las redes y los pescadores llegan con las redes vacías, en castigo.
Joven 2: Perdona, pero nosotros no conocíamos a la señora esa. No lo vamos a hacer más, perdona.
Rosa María: Además con la bulla que tenían no vino el Caleuche.
Joven 1: ¿Es verdad que viene el Caleuche?
Rosa María: Claro, si yo vine pa’ eso, porque en ese barco viene mi novio, el Vinicio.
Joven 2: Perdona ¿ya?, yo creo que mañana mismo nos vamos a otra playa, ¿verdad chiquillos?
Joven 3: ¡Claro! Yo no me quedo ni un día más.
Niña: Lo que es yo, me quedaría todas las vacaciones. Encuentro muy emocionante lo que dice esta niña. ¿Usted me contaría de otras personas como la señora Pincoya?
Rosa María: Depende, si usted cree que son puros cuentos no le enseño ná. En cambio, si usted cree lo que le voy a contar, le puedo decir unas cuantas cositas, pero mañana, hoy no, porque si me escucha la Fiura quién sabe qué me puede hacer, además es muy tarde, segurito que cuando me vaya a mi casa me va a salir al paso la Calchona y ya yo voy a ir a ninguna parte más.
Rosa María: No, la Calchona me asusta no más, pero si viene la Fiura no quedaremos pa’ contar el cuento. Es mala, muy mala.
Niña: ¿Ta’ segura?
Rosa María: Sí, sí. Yo nací aquí y los conozco a to’os. Ahora mejor me voy. ¡Adiosito!
Apagón, vuelve el matrimonio
Pelluco: Y partió p’acá. Entonces yo vine corriendo pa’ que la niña no me viera. Me metí a la cama justo cuando ella entró.
Maruja: ¿Y quiénes serían ellos, Barría?
Pelluco: Son niños de Santiago que vienen a conocer Chiloé ¿Ve que allá todo es muy distinto?
Maruja: ¿Cómo tan distinto? Habrán casas, igual que aquí, playas, botes, ¡igual pus!
Pelluco: ¡T’a más perdía, Maruja! No hay playas, ni botes. Me acuerdo que mi papá me dijo “Este es el río…” ni me acuerdo el nombre, y yo miré debajo del puente y no lo podía encontrar. Era bien angostito y café. Feazo lo hallé.
Maruja: Bueno Barría, prenda el fogón, que yo me voy a poner a amasar pa’ que tomemos desayuno con pancito calentito y voy a tirar unos milcaos al rescoldo también.
Pelluco: No me demoro na’ Maruja y si le pone unos chicharroncitos a los milcaos yo estaría muy feliz.
Maruja: Descuide Barría, me quedaron unos pocos de ayer, se los voy a echar. Creo que vamos a tener que matar un chancho porque no me queda ni manteca pa’ cocinar.
Pelluco: Si usté sabe que to’os los años matamos uno para su cumpleaños y ya sería la próxima semana ¿Creía que se me había olvidado?
Maruja: No Barría, si yo sé que a usté no se le olvida y si no, ¿pa’ que va ir a Ancud el sábado?
Pelluco: Güeno que es curiosa usté Maruja, no se le va ni una, así es que no le voy a comprar ni un regalo ¡va a ver!
Entra Rosa María desperezándose
Rosa María: Buenos días
Pelluco: Buenos serán si me ayuda a soplar ¿y cómo durmió? ¿Soñó con el Caleuche?
Rosa María: Ya les dije que no es puro sueño, pero anoche no lo vi.
Maruja: ¿Y qué paso, niña?
Rosa María: Cuando fui a la playa habían unos niños metiendo bulla, cantando una música chillona ¡Así nadie puede!
Rosa María: ¿No le estoy diciendo pus?
Maruja: Oiga mi niña, ¿Y ha pensao’ en eso que le dije de ir pa’ Santiago?
Rosa María: Sí, sí.
Maruja: ¿Y se atreve?
Rosa María: De atreverme, me atrevo, pero será bueno ¿digo yo?
Pelluco: Si está dispuesta, sería cosa de probar, como lo hizo la Natalia.
Rosa María: Pero ella tenía conocidos allá.
Maruja: Y si. Nos comunicaremos con ella pa’ que la vaya a buscar a la estación y después la deje en su trabajo y ya está.
Rosa María: ¿Y si en el camino me sale la Calchona?
Pelluco: Si ella no va pa’ esos laos. Si no, pregúntele a la abuela Chofi. ¿Usté no habla siempre con esa bruja?
Rosa María: De saludo no más. Claro que ha enseñado algunas cositas que le pregunto, como del Caleuche cuando lo vi de primera.
Pelluco: ¿Y lo de la Calchona, la Pincoya, La Fiura y las Serpientes, la buena y la mala y del Trauco…?
Rosa María: Y eso no más pus. Si es por no tener miedo no más pus.
Maruja: Yo sólo con lo del Caleuche yo ya me muero del susto, no sé como puede ir p’allá, niña.
Rosa María: ¿Y si el Vinicio me viene a buscar?
Maruja: ¿Qué dice mi niña? ¡No lo quiera Dios y María Santísima! Porque si la viene a buscar ya no la veremos más (lloriqueando)
Rosa María: No llore mamá, lueguito me iré pa’ Santiago como usté quiere, verá. (Muy Triste) Si yo sé que el Vinicio no va a venir a buscarme, pero me gustaba tanto, mamá, por eso me hice la idea, pero sé que no va a venir, porque si el Vinicio me hubiera querido llevarme, lo hubiera hecho cuando vino. Así es que no se aflija mamá. Mi profesora de Ancud me lo explicó. Son leyendas muy antiguas de aquí de Chiloé, son hermosas y fue muy lindo soñar que era verdad lo del Vinicio, pero ya pasó ¿Pero que vi al Caleuche, lo vi!
Maruja: Güeno con la chiquilla porfiá que nos salió. Lo mejor es que tomemos desayuno ligerito y que nos aprontemos pa’ ir a la Minga de los Mancilla.
Pelluco: Yo tengo los listones que les ofrecí, amarraítos. Creo que lo mejor que podrían hacer es poner la casa pa’ este lao porque da mejor el sol y las papas se dan más grandes.
Rosa María: ¿Y yo puedo ir más tardecito?
Pelluco: No se avive, niña. ¿Quiere llegar al puro curanto, acaso? Si la fiesta es pa’ los que ayudan, no pa’ los que van de mirones al final de la tarea.
Maruja: No me venga con esa. ¿Dónde se ha visto una chilota floja? Voy a ir donde la abuela Chofi pa’ que me haga un conjuro y te pongas más alentá, porque así no vas a poder ir a trabajar a ninguna parte ¡Catay!
Rosa María: No hace falta, mamá, yo nunca la he desilusionado ¿o sí?
Maruja: No niña y ¡ni te atrevas!, porque ¡yo sé cómo sacarte trote verís!
Pelluco: Bueno, menos conversa, terminemos el desayuno y vámonos donde los Mancilla de una vez.
Los Tres: Sí, vámonos, vámonos.
El Aquelarre
En la escena, una señora mayor, con ropas gastadas. Una mesa sin mantel, sillas, todo pobre y descuidado. Entra Rosa María, la nana
Señora: ¿Qué te pasó Rosa María?
Rosa María: Ná señora, ¿por qué?
Señora: Pero mira como vienes, rojas y respirando entrecortado, como sivinieras corriendo los cien metros planos o algo así.
Rosa María: No señora, si es idea suya.
Señora: ¿Crees que soy tonta? Voy a pensar lo peor si no me dices lo que te
Rosa María: Y ¿qué sería lo peor?
Rosa María: No señora, ni Dios lo quiera. ¿No ve que podría perder la pega?
Señora: ¿Así es que te preocupa sólo la pega?
Señora: ¿Cómo qué?
Rosa María: Bueno, que mi maire me ijo que si yo mordía la manzana, me iba
Señora: ¿Y que es eso de la manzana?
Rosa María: Esa historia que cuentan los curitas de la Eva con el Adán y la
Señora: ¡Ah! del jardín del edén.
Rosa María: Así creo que se llama pu’
Señora: Bueno, no te estís corriendo. Si no fue eso ¿qué?
Rosa María: Na´señora, si son figuraciones suyas no más, y permiso que tengo
Señora: Bueno, anda no más
La señora toma una revista y se pone a hojearla. Golpean la puerta. Rosa María atraviesa corriendo el escenario y va a abrir la puerta. Entra Antonio que se supone que es el marido de la señora o algo así.
Señora: ¿Por qué golpeaste Antonio?
Antonio: La costumbre, supongo. ¿Cómo estás?
Señora: Heladita, como siempre.
Antonio: ¿Tomemos una sangría? Porque yo estoy igual. Yo la preparo.
Señora: Buena idea.
Rosa María: ¡Ay señora!
Señora: Otra vez, ¿qué te pasó ahora?
Señora: ¿Cuáles gatos?
Rosa María: El gato negro y el gato blanco
Señora: Parece que tienes fiebre. Aquí no hay gatos blancos ni negros.
Rosa María: Pero si endenante salió de la cocina un gato blanco y ahora se me
Señora: ¿No te habrás tomado la chela por casualidad? Ya te dije que aquí
Aparece Rosa María con un par de velas y las coloca en la mesa
Rosa María: (Al público) Esta señora está más loca, una cosa es que no tenga
(Se siente un ruido raro, como
Señora: ¡Que eres asustadiza! Es mi mascota, la Alejandrina, una hermosa
Rosa María: Perdone señora, pero no la había visto ná. (Al público) A quién se le ocurre tener de mascota a una lechuza (se va)
Rosa María: ¿Mande?
Señora: El segundo plato pues, Rosa María.
Rosa María: Al tiro señora. (Se lleva los platos. Entra de nuevo con dos platos
Señora: Le he dicho tanto a Rosa María que me gustan las pastas al dente. (Entra Rosa María tiritando ostensiblemente) ¿Qué pasa ahora, Rosa María?
Señora: ¿Qué hay en la ventana? ¡Paciencia!
Rosa María: Un joven estaba mirando p’adentro.
Rosa María: Es que es tan raro...
Antonio: ¿Qué tiene de raro?
Rosa María: Tiene un sombrero con una pluma grande y se estaba riendo y se le
Antonio: Rosa María, no me cabe duda de que está delirando, ándate a
Rosa María: Sí, patrón. Buenas noches. Ojalá que no me encuentre con los gatos
Tocan a la puerta, se para la señora a abrir y entra una dama vestida como Morticia.
Angustias: ¡Hola Encarnación! ¿Cómo te ha ido?
Señora: (Es Encarnación) Más o menos, Angustias. Hoy están muy
Antonio: Pero si aquí tenemos tres naipes. Uno inglés, otro español y el del
Señora: Ay, a veces pierdo la memoria y eso que apenas cumplí 210 años.
Antonio: En todo caso, La viuda de los caminos también dijo que vendría.
Señora: Hola Viudita de los Caminos, llegaste muy a tiempo, como siempre.
Viuda: Sucede que cuando tenemos un aquelarre, me gusta trabajar cerca.
Angustias: ¿Y el chofer del camión? ¿Cómo quedó?
Viuda: Él voló, voló.
Todos: Bravo, bravo, así se hace. ¡Buen trabajo!
Viuda: El otro día sí que fue entretenido. Iban unos lolos en una camioneta
Señora: Ay, pobres animalitos. El susto que deben haber pasado.
Antonio: Bueno, ¿empezamos o esperamos a la Dolores? ¿Quién más va a venir
Angustia: Va a venir la Soledad, esperemos otro ratito. Podríamos tomarnos
Viuda: Veo que están preparando las cartas del tarot y ¿no íbamos a llamar
Todos: De veras, tienes razón. Si hoy es viernes.
Señora: Bueno, vayan tomando sus puestos. Esperaremos unos minutos más.
Viuda: ¡Qué lindo!, ese es el más indicado.
Señora: Sentí la puerta, debe ser Vinicio. Voy a abrir.
Abre la puerta y entra un joven vestido de marinero chilote.
Vinicio: (En tono de discurso) ¡Que esta noche lleguemos a las dimensiones
Todos: ¡Sí, si, es lo que queremos!
Vinicio: (En tono teatral) No cierren la puerta, siento que viene la Sole. A la
Soledad: Perdonen el atraso. ¿Dónde me instalo? Estaba leyendo “La Casa de
Antonio: Bueno, ya estamos todos. Son justo las doce, empecemos.
Viuda: ¿Por qué no llamamos a Napoleón? ¡Es tan apuesto!
Soledad: No, porque en otra ocasión tratamos de conectarlo y dijo que le
Señora: Bueno, propón otra persona entonces.
Angustias: ¿Y si llamamos a tu marido Viudita?
Viuda: ¿Y Nerón?
Antonio: No, nos puede incendiar la casa.
Señora: ¡Basta!, creo que esta noche están especialmente chacoteras.
Suenan cascos de caballos. Voz en off de Manuel Rodríguez.
Manuel R.: Quién me llamó
Viuda: Yo, don Manuel Rodríguez. ¿Cómo llegó?
Manuel R.: Muy bien Viudita, haciéndole el quite a los realistas y como son tan
Viuda: Ay, don Manuelito, no me diga esas cosas delante de mis amigos, que me ruborizo.
Manuel R.: Pero con ese velo ni se le nota. ¿Y me averiguó para dónde va a ir el
Viuda: Sí, me dicen que a Mendoza a comprarse unas botas, porque el cambio estuvo muy favorable en la Bolsa últimamente.
Manuel R.: Ah, por esi andaban por allá los cabros Carrera. ¡Como les gusta
Viuda: No se ponga celoso, don Manuelito, que usted es mucho más
Manuel R.: ¡Ahora y siempre! Pero ya me voy, porque siento olor a Talaveras y les tengo mala. Acuérdese de esta noche. Adiós, adiós.
Se escucha un ruido de latigazos.
Quintrala: ¿Quién se atrevió a interrumpir mi descanso?
Antonio: Yo, doña Catralita. Perdone, pero tenía tantas ganas de oirla.
Vinicio: Y yo también.
Quintrala: Los perdono, porque hoy es viernes y los viernes me gusta echar un
Antonio: Catralita, te ves tan hermosa cuando te enojas. Parece que sale
Vinicio: Sí, y tus ojos verdes brillan como dos esmeraldas.
Quintrala: Ya me dicho eso mucha veces, por eso me paso enfadada. Pero
Señora: ¿Y qué quería ver en los moles doña Quintralita?
Quintrala: Una buena estufa a gas para el invierno, porque mi casa es tan
Se escucha ruido de mar.
P. Neruda: ¡Quiero escribir los versos más tristes esta noche…!
Soledad: No pues, don Pablito, si esos ya los escribió, ahora póngale más
P. Neruda: ¿Don Chicho? Muerto de la risa. Dice: ¡en el medio forrito que se
Antonio: ¿Y a divisado a la Gladicita?
P. Neruda: No, pero escuché que estaban organizando un desfile para entregar
El ruido de mar más fuerte aún y la sirena de un barco.
Arturo Prat: ¡No se vayan todavía! ¡Nunca esta bandera ha sido arriada, espero que esta no sea la ocasión de hacerlo! ¿Almorzaron ya?
Señora: Pero don Arturito, ¿qué le pasa?
Arturo Prat: ¡Ay!, alcancé a saltar a bordo. ¿por qué se van tan pronto? Todavía
Vinicio: Sí mi comandante. ¡Como usted ordene!
Antonio y Vinicio: ¡A su orden don Arturito!
Arturo Prat: "Mi comandante", se dice.
Antonio y Vinicio: ¡A su orden mi comandante! ¡Como usted mande! ¡A su
Se escucha la voz de una mujer que viene cantando
Marilyn: Happy birthday to you, happy bithday to you. Happy birthday mister
Antonio: Marilyncita, ¡qué gusto oírla!
Marilyn: ¿Quién hablar to me?
Antonio: Soy yo Marilyncita, su eterno admirador.
Marilyn: ¿Cómo hablar you?
Antonio: Yo soy Antonio, de Chile.
Marilyn: ¡Oh, que suerte! Anthony, Viña del Mar, gaviotas. ¡Qué lindo!
Antonio: No Marilyncita, yo no soy el Anthony de Viña. Soy Antonio Chamorro
Marilyn: ¿Anthony de Santiago? ¡Qué pena! Por un moment, me pensar que…
Antonio: No, ni aunque tuviera. Eso le hace muy mal, se puede hasta morir.
Marilyn: Tú ser despistado. ¡Me morir hace años!
Antonio: ¡Oh, eso es cierto! ¿Y cómo fue eso? ¿Cómo murió, mi reina?
Marilyn: No poder decir, secreto de sumario. ¿Y la Coca?
Antonio: Lo siento, aquí nadie jala. Hace mal, le dije.
Marilyn: Yo ir inmediatamente a los estados Unidos. Allá todos obligados a
Se escucha el canto de un gallo.
Antonio: Hermanos, ya está amaneciendo. Es hora de retirarse a descansar.
Señora: Sí, creo que esta reunión fue muy agradable. Ninguno recordó las
Todos: Adiós, Encarnación. Si nos necesitas ya sabes nuestros celulares.
Apagón
Rosa María: (Llamando) Señora Encarna, ¿dónde se metió? ¿Y los otros? Había
(Una pequeña luz ilumina la mesa)
¿Y esto qué será?, ¿quién lo puso